lunes, 3 de febrero de 2014

historias de gimnasio

Ir al gimnasio te aporta muchas cosas; y una de ellas es ver las costumbres y hábitos de la gente. Uno de los mayores placeres que encuentro en ir al gimnasio es la ducha de después, donde uno se relaja y se siente orgulloso del trabajo realizado.

Por eso me sorprende cuándo veo gente que directamente se va a casa, entiendo que se duchará allí, ¿vergüenza, pudor? quién sabe. Pero lo que nunca entenderé es a esas personas que entran al vestuario, se cambian de camiseta, previo desodorante y se va tan campante. ¿no se dan cuenta que eso es una marranada?