Lo queremos todo.
Sí, tenemos grandes aspiraciones y nos creemos capaces de todo, pensamos que podemos convertir los días en jornadas de 36 horas para poder hacer todo aquello que deberíamos. Y es en ese momento, cuándo nos damos cuenta de qué no somos invencibles, que tenemos que aprender a priorizar, pero ¿cómo renunciar voluntariamente a alguno de nuestros sueños? ¿cómo saber que no nos estamos equivocando?
Demasiado complicado para un lluvioso sábado tarde.
sábado, 24 de octubre de 2009
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