He de confesar algo.
El viernes pasado ví el debate final de Gran Hermano. Sí, quién me lo iba a decir, pero estaba cenando en casa de una amiga que lo ha seguido, y me preguntó si me importaba que tuviera la televisión en ese canal; era su casa, como iba a negarme.
No sabía nada de esta edición, no había visto ninguna imagen, ni a ninguno de los concursantes. Al principio me pareció un poco tedioso, no sabía de qué hablaban, ni sabía de quién hablaban, sin embargo mi amiga me iba explicando para que no me perdiera.
El caso es que tras esas 2 o 3 horas, me di cuenta de que había mucha gente que o bien tenía demasiado tiempo libre, o que tenía una vida muy vacía. Y no por el hecho de ver el programa; me parece bien la gente que lo ve como mero entretenimiento, yo veo series y ellos ven GH, viene a ser lo mismo.
Pero lo que más me sorprendió fue el ver que había foros sobre GH en el que se habían hecho club de fans; y el del ganador en concreto, estaba presidido por una mujer que estaba enferma y que en ver a ese concursante cada día había encontrado una razón para luchar y para vivir. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Esa mujer no tiene nada más por lo que luchar?
Los mensajes enviados por sms por los espectadores no dejaban de aparecer en pantalla (y telecinco no dejaba de hacer caja), ¿dónde está la crisis? ¿no les importa gastar un par de euros en poner pingando al concursante de turno y sin embargo no dan ni unos céntimos a un mendigo?
Me da la sensación que la gente tiene demasiado miedo a pensar en su propia vida o en su lugar en el mundo, que le resulta mucho más fácil observar y criticar la de los demás.
Eso sí, los más de siete millones de espectadores de la final de GH hizo que ya se anunciara la úndecima entrega de la saga.
domingo, 25 de enero de 2009
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