Cómo decía un famoso presentador de la televisión "¡¡prueba superada!!".
Y es que después de dos horas y media de cola, y de varias amenazas de lluvia, cumplí ese deseo que tenía desde que era una renacuaja, que fue entrar en el Congreso de los Diputados.
Aunque tal y como ví en las noticias esa misma noche, a los que fuimos en el 'turno de tarde', no nos recibió Bono... una pena, hubiera sido divertido.
A la entrada, después del chocolate, café o caldo, a elección del consumidor, podían recogerse una especie de postales que rezaban: "Gracias por dejar tu escaño en casa y venir a los nuestros". Y es que, a los que en el fondo somos unos idealistas y unos utópicos, el estar sentado en los escaños de sus señorías, nos infunda cierto respeto.
Sentada en el sillón que está detrás de ZP (a la bancada azul estaba prohibido el paso), me puse a pensar en todas esas escenas más bien bochornosas que a lo largo de los últimos años hemos visto por la televisión y que a más de un diputado debió hacer sonrojar; la única conclusión a la que llegué, es que tal y como nos pasaba cuando empezábamos al cole o al instituto, una vez pasada la primera semana en que todo nos impresionaba y que hacía que nos comportáramos con un respeto minucioso, empezábamos a no dar importancia lo que nos había costado llegar hasta allí.
De la misma manera, imagino que los políticos, al menos la gran mayoría, se ha acomodado, y ni el escudo, ni el atril, ni siquiera los balazos de Tejero hacen que les entre conciencia de donde están realmente.
Al finalizar la visita, tras ver la interesante exposición de fotografías de la democracia (dónde pude oir de todo, en parte porque azuzaba a los que veía más proclives), nos dieron una mochila, que contenía una Constitución y un lápiz USB de 1Gb. Así que desde aquí, gracias a todos los contribuyentes por el regalo. Prometo hacer buen uso de todo.
martes, 9 de diciembre de 2008
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