jueves, 4 de diciembre de 2008

historias de un chandal

Situémonos. La calle más céntrica de mi ciudad. Un lugar donde la gente suele ir, en general, bien vestida, pero como en casi todos los lados, hay de todo.

De hecho, hoy tenía que pasar el día en la biblioteca del centro, y yo, fiel a 'mi estilo' (si es que tengo de eso), me fui a la biblioteca en pantalón de chándal, playeros y sudadera.

El hecho es que de la que salía pasé por una confitería muy típica, y puesto que hay gente golosa en casa, pensé en comprar un capricho. Pero de la que entré, mis 'pintas' hicieron que las dependientas me miraran de arriba a abajo.

Pero eso no fue todo, cuando comenté lo que quería, esperaba que me asesoraran un poco, porque no soy muy de dulces, así que no tengo costumbre; pero por 'alguna razón' creía que lo mejor para mí era lo más barato y la caja más pequeña.

Tras elegir lo que me pareció conveniente, mientras me preparaban la susodicha caja, una dependienta no me quitaba ojo, ¿qué pensaba que iba a robar una milhoja o un croissant?

A la hora de pagar, tenía cambio de sobra, pero le dí un billete de 50€ ¿por qué? pues no lo sé, supongo que fue un mero acto de estupidez tratando de 'darles una lección'. Pero ahora mismo, pienso que fue un poco patético.



No sé, quisiera pensar que todo fue fruto de mi imaginación, pero me cuesta verlo así. ¿La gente aún piensa que por ir en playeros y sudadera eres un pobre diablo? La verdad es que me da un poco de pena, porque lo que está claro es que yo seguiré llevando chandal y sudadera cuando me apetezca; y también está claro que no pienso volver a entrar en esa pastelería.

3 comentarios:

Topanga dijo...

La cuestión no es que piensen que eres un pobre diablo, sino que te traten a patadas por serlo o parecerlo.

Eva Torices dijo...

En Oviedo sí, fía.

pepito piscinas dijo...

pues una pena... aunque suele ser así, las capitales siempre suelen ser más 'elitistas', pero hemos de ser fuertes y no rendirnos ¡¡viva el chandal!!